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Seguro de Vida: ¿Para qué…para quién?

  • Foto del escritor: Gonzalo Guillermo Miguel Sandoval
    Gonzalo Guillermo Miguel Sandoval
  • 5 feb 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 feb 2020

¿Te has hecho alguna vez esta pregunta?

En una gran mayoría de los casos, probablemente, la respuesta sea afirmativa. Al menos, habrá cruzado por nuestra mente.

Aunque, desde luego, por norma general somos conscientes de la muerte desde que tenemos uso de razón, la percepción sobre ese evento inevitable varía por cada persona y es condicionada por las diversas circunstancias del momento de su vida en que se encuentre. Te lo explico de ésta manera:

  • Los muy jóvenes, de manera factible, lo percibirán como un acontecimiento muy lejano a su tiempo actual.

  • En la madurez dependerá quizás de la cercanía o ausencia de vínculos afectivos y familiares.

  • En la edad adulta avanzada (hoy llamada tercera edad), el fallecimiento de personas cercanas a nosotros nos hará cobrar inapelable certidumbre de nuestra propia partida.


Seguro de vida


¿Para qué?

Es así que habrá múltiples respuestas, como ya se dijo, dependiendo de apreciaciones y de varias circunstancias. Desde quien lo considere como un gasto inútil, sobre todo, cuando la “juventud se impone” o ante la ausencia de dependientes económicos.

En el otro extremo, el que lo vea como una forma aún ausente físicamente de seguir procurando cuidado, seguridad y protección a sus seres cercanos y queridos.

En medio de ambos polos, múltiples contestaciones, como diversa la humanidad.

¿Para quién?

En una entrega pasada, dije que no es el propósito de este ejercicio de comunicación, el estar dando consejos, ni menos en forma de “recetas infalibles”.

Si lo es, establecer un intercambio provechoso y, si acaso, dar elementos para reflexionar acerca de los temas tratados y que cada quién se forme su propio criterio.

La Ley Sobre el Contrato de Seguro en su artículo 174, nos permite dejar como BENEFICIARIO de nuestro propio fallecimiento casi a cualquier persona que nosotros mismos, como asegurados, decidamos.

¡A quién queramos BENEFICIAR!

Y aunque siempre, hay que cuidar la presencia del Interés Asegurable, (la existencia de una relación entre dos o más personas, en la cual el fallecimiento de una de ellas, asegurado, afecta económicamente a la otra, beneficiario), lo anterior, más allá de situaciones particulares o de creencias, nos abre un abanico inmenso de posibilidades para trascender, aun después de nuestro deceso.

Finalmente recuerda:

Es la vejez, más que la muerte, lo que debe contrastarse con la vida. La vejez es la parodia de la vida, mientras que la muerte transforma la vida en un destino”. Simone de Beauvoir.

Gonzalo Guillermo Miguel Sandoval

Asesor en Protección Patrimonial

9991-929563

 
 
 

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© 2020 Gutiérrez y Arredondo S.C.P.

Página oficial creada para Lic. Gonzalo Guillermo Miguel Sandoval.

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